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REINA PARRA

Como una dulce promesa

Las parras ofrecen racimos,

morenos y sonrosados,

como el pezón de las mozas

que son duros y apretados.

La uva en su embriaguez

deja exprimir sus botones

gravidos del dulce néctar

aromados a hierbabuena

y a toronjil de mi tierra.

 

Regados con agua clara

que dócil baja cantando

del surtidor de los Andes,

y con los chorros de sol

la uvas van madurando.

 

El otoño pinta las parras

volviendo sus hojas de oro

son puñaditos de soles

como por arte de alquimia

se transforman los colores.

 

Al expirar de la tarde

cuando se duermen las flores

en la frente de los cerros

como zarcillos dorados

se encienden los arreboles.

    Nace en altar bajo, en el año 1934 un 20 de Enero. Su infancia y juventud transcurrió en el norte en Potrerillos, las salitreras de Taltal, El Salado, comuna de Chañaral. En el año 1966 se vino a radicar a Ovalle. Tardíamente se da el tiempo para escribir. Creadora de cuentos ha participado en varios concursos literarios en que obtuvo primeros lugares y se han publicado en antologías. También ha escrito poemas. En el año 1997 fue socia fundadora de la Agrupación de Escritores del Limarí. Se ha ganado seis premios, incluyendo un primer lugar nacional otorgado por la caja de compensación “Los Héroes”.

 

     Hoy participa en el Círculo de Escritores de Ovalle, también colabora con radio “Nuevo Mundo” de la ciudad de Ovalle.

  A continuación un pequeño video con una entrevista realizada en la Biblioteca Pública Municipal "Víctor Domingo Silva" de Ovalle.

OVALLE

Hermosa como ninguna,

¡Y te llamaron Ovalle!

El Creador, puso de todo,

en este claro y fértil valle.

 

Te dio minerales preciosos,

abundante y fecunda tierra,

regada con agua mansa,

la que tus tranques encierran.

 

La alameda es bellísima,

con sus esbeltas palmeras,

danzando al son del viento,

como lindas bayaderas.

 

Su ajustado talle lo ciñe,

un cinturón de topacio,

con botoncitos de oro,

suspendidos en el espacio.

La plaza llena de trinos,

de juegos, risas y gritos,

con arrullos de palomas,

que en sus copas hacen nidos.

 

Los arboles centenarios,

Por las noches cuchichean,

De penas, amores y sueños,

Que a su sombra se tejieron.

 

Enredados por el viento,

Peinan sus cabelleras,

En los azules reflejos,

En las aguas cantarinas

De sus encantados espejos.

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